Radio luz de luz

La filosofía aristotelico-tomista

¿ TODAVÍA STO. TOMÁS EN EL 2OOO ?
I - PROEMIO.
Leo Moulin, un ateo declarado, en diálogo con católicos, les dirigía estas advertencias: "Haced caso a este viejo incrédulo que sabe lo que dice: la obra maestra de la propaganda anticristiana es haber logrado crear en los cristianos, sobre todo en los católicos, una mala conciencia, infundiéndoles la inquietud, cuando no la vergüenza, por su propia historia. A fuerza de insistir, desde la Reforma hasta nuestros días, han conseguido convenceros de que sois los responsables de todos o casi todos los males del mundo. Os han paralizado en la autocrítica masoquista para neutralizar la crítica de lo que ha ocupado vuestro lugar. . Feministas, homosexuales, tercermundialistas y tercermundistas, pacifistas, representantes de todas las minorías, contestatarios y descontentos de cualquier ralea, científicos, humanistas, filósofos, ecologistas, defensores de los animales, moralistas laicos: habéis permitido que todos os pasaran cuentas, a menudo falseadas, sin discutir. No ha habido problema, error o sufrimiento histórico que no se os haya imputado. Y vosotros, casi siempre ignorantes de vuestro pasado, habéis acabado por creerlo, hasta el punto de respaldarlos. En cambio, yo (agnóstico, pero también un historiador que trata de ser objetivo) os digo que debéis reaccionar en nombre de la verdad. De hecho, a menudo es cierto. Pero si en algún caso lo es, también es cierto que, tras un balance de veinte siglos de cristianismo, las luces prevalecen ampliamente sobre las tinieblas. Luego ¿por qué no pedís cuentas a quienes os las piden a vosotros? ¿Acaso han sido mejores los resultados de los que han venido después? ¿Desde qué púlpitos escucháis contritos ciertos sermones?"
Uno de esos blancos preferidos, acribillado por los disparos de una crítica corrosiva y mordaz, ha sido y es Sto. Tomás de Aquino, la posición de privilegio que se le ha dado en la filosofía y teología católicas, la pretensión de actualidad de que gozaría su magisterio.
El hecho se registra no sólo fuera de la Iglesia, sino también y ampliamente, en apreciaciones de escritores católicos. Sirva de muestra J. L. Segundo, que comprueba con cierta indignación: "Todavía en la mitad de este siglo XX, la Iglesia llamaba aún oficialmente a la filosofía medieval de Santo Tomás de Aquino con un título harto significativo de una tentativa de detener la historia: ¡filosofía perenne!".
Juan Pablo II no comparte semejantes posturas historicistas y, en consonancia con el Vaticano II, afirma con fuerza en su encíclica Fides et Ratio: "Es posible reconocer, a pesar del cambio de los tiempos y de los progresos del saber, un núcleo de conocimientos filosóficos cuya presencia es constante en la historia del pensamiento".
La perspectiva nada tiene de inmovilismo. La ofrece la vida misma, cuyo despliegue no es de atomización devastadora, sino de crecimiento y novedad producidos en un sujeto, que en el fondo permanece el mismo, sean cuales sean los vaivenes del tiempo.
De acuerdo con tan sensata perspectiva, el Papa, sin complejo alguno de que se le endilgue un intento por "detener la historia", continúa señalando a Tomás de Aquino, como maestro todavía valedero para la Iglesia y cualquier pensador libre de prejuicios.
En consecuencia, por encima de los numerosos opositores, al dar título a la sección dedicada especialmente al Aquinate, no duda en conjugar "nova et vetera"(Mt 13, 52), escribiendo: "Novedad perenne del pensamiento de santo Tomás de Aquino" .